Cuando llega el 8 de marzo algunos piensan que es un día de celebración en el que hay que felicitar a las mujeres por ser mujeres. Pero el día de la mujer no es para “celebrar a las mujeres”. Es para denunciar y recordar que ser mujer sigue siendo un handicap en muchos contextos y partes del mundo. Por raro que le parezca a la mentalidad moderna media de los países industrializados y democráticos, ser mujer (biológica, de género, o ambas) no es una variable inofensiva como tener los ojos marrones. No es un detalle sin importancia. Puede costarte la libertad, la integridad física, o incluso la vida. Y en el mejor de los casos, puede condicionar tu estilo de vida de manera desventajosa con respecto a las personas del otro sexo o género.
Para algunos de nosotros en los países industrializados y democráticos la relevancia del día de la mujer se articula en el marco de la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades en el ámbito laboral y doméstico. Y esa lucha – inacabada a pesar de los avances – sigue siendo importante. Sobre todo de cara a los cambios climáticos y los riegos que suponen para el equilibrio social y los sistemas políticos y económicos de los que (algunos) nos beneficiamos actualmente. La crisis climática amenaza con una crisis del bienestar que afectará primero – como siempre – a las mujeres. Tenemos que estar atentos.
Pero para la mayor parte del mundo el día de la mujer “no va de eso”. Va de recordar que ser mujer es igual de valioso que ser hombre (porque no está claro en todas partes), de recordar que tenemos los mismos derechos humanos (a la libertad, a la autodeterminación de nuestra vida, al acceso a la educación y al mercado laboral), que nuestra integridad física no es negociable ni utilizable como arma, ni está sujeta a tradiciones culturales.
También va de recordar y honrar a las que pagaron el precio de estas injusticias hasta ahora, con vidas silenciadas o esclavizadas, hijos arrebatados, caras mutiladas, clitoris extirpados, cuerpos violados o apaleados, o simplemente muertas.
Los grados de violencia y de injusticia hacia las mujeres varían de unos grupos humanos a otros, y con el tiempo. Pero no son algo del pasado ni son algo lejano, por desgracia. Incluso aquí, en países industrializados y democráticos, basta una guerra. Basta una penuria económica transitoria. Basta una mala pareja. Y ¡bam! lo impensable se hace cotidiano.
Pasar por el día de la mujer y no pararse a pensarlo es un privilegio de unos cuantos que, o no son mujer, o no saben mirar muy lejos. Y es por ellos también que el día de la mujer es necesario. Cristina Soriano (8 marzo 2023)